Proceso de Valdivia - El regreso a Chile

Proceso de Valdivia - El regreso a Chile

"Cupo darle la Gobernación a él antes que a otro, decía La Gasca, por lo que a S.M. sirvió en esta jornada, y por la noticia que de Chile tiene, y por lo que en el descubrimiento de aquella tierra ha trabajado".11 Valdivia retomó entonces con vigor los trabajos para la conquista de Chile. Pudo alistar en Cuzco ochenta soldados, los mandó con un capitán a reunir provisiones para el cruce del Despoblado en la entrada de Atacama, y esperar allí al resto de las columnas. Mandó capitanes a hacer gente al este, en la Provincia de Charcas, y al sur, en Arequipa. Partió enseguida a Los Reyes donde compró navíos, caballos, provisiones y pertrechos, zarpando al cabo de un mes con tres naves al sur. Desembarcó cerca de Arequipa para reunirse con la expedición y encaminarla hacia Atacama.

Pero tanta era su avidez de sumar todo recluta posible para someter el sur del país, que no medía consecuencias. Contravino expresas instrucciones de La Gasca en orden a no enrolar algunos connotados pizarristas condenados a galeras por traición al Rey, ni tomar indios peruanos para el apoyo de la travesía del desierto y para el servicio en Chile. Eran éstos valiosos para La Gasca, no tan preocupado de abusos, sino de su obligación de recompensar con encomiendas a los impacientes españoles que habían luchado por el bando del Rey contra Pizarro. En el Callao, Valdivia impidió abordar sus naves a los oficiales reales, que pretendían bajar los indios embarcados. Y para completar el cuadro de transgresiones, el Gobernador reclutó para Chile alguna soldadesca de mal vivir que "venían robando la tierra e los naturales e aun hecho mui mal tratamiento de los vecinos de Arequipa".

No tardó en llegar esta información al Virrey La Gasca, que acaso pudo dejarla pasar, por el crédito obtenido por Valdivia en Xaquixahuana, y "porque convenía descargar estos reinos de jente". Pero también por entonces supo el Presidente de la ejecución en Chile de Pedro Sancho de la Hoz.
Se le dijo que la había ordenado Valdivia y que el muerto era portador de una provisión real para el gobierno de Chile. Era demasiado. De ser cierto, La Gasca quedaba en muy incómoda posición; él mismo cuenta con claridad el aprieto en que podía estar metido: "Si fuera verdad que [Valdivia] había muerto a Pedro Sancho teniendo éste provisiones de Su Majestad para la gobernación de aquella provincia, en lugar de castigarle por haber muerto al gobernador della, yo le he dado la mesma gobernación". Alarmado, el Presidente envió al general Pedro de Hinojosa, hombre de su entera confianza, a dar alcance a Valdivia y averiguar con la mayor cautela sobre las responsabilidades de éste en aquellos hechos, entre los soldados del campamento que ya habían estado en Chile. El delegado debía informarse, "con todo el secreto que pudiese, de las cosas de Chile que me habían dicho, i si hayase ser verdad, procurase de hacer volver [preso] a Valdivia y enviar [a Chile] la jente, porque se vaciase algo de la que en esta tierra sobra".

Estaba Valdivia con sus hombres cerca de Tacna por agosto de 1548 cuando Hinojosa se presentó. El enviado del Virrey disimuló sus intenciones para tener tiempo de indagar, diciéndole que estaba allí sólo por el asunto de los indios y las fechorías de sus reclutas, que eran insuficientes para tomar medidas contra Valdivia más allá de una amonestación. Luego de un par de días de averiguaciones en el campamento sin embargo, el delegado de La Gasca pudo al menos confirmar que De la Hoz había sido ejecutado en Santiago. Llenó de inmediato una provisión que portaba firmada en blanco por el Virrey, e irrumpió una mañana en la tienda de Valdivia con doce arcabuceros apuntando al Gobernador con las mechas de sus armas encendidas. Conminó al chileno a acompañarle a Lima a rendir cuenta de sus actos ante el Presidente. Por cierto la agitación cundió entre el centenar de turbulentos hombres de guerra que acompañaban a Valdivia y, pasada la sorpresa, estaban listos para actuar al primer gesto de su jefe. Hinojosa por su parte tenía sólo aquellos doce arcabuceros. Pero tenía la firma del Virrey. Valdivia se contuvo, comprendiendo que debía volver obediente "para no perder lo servido"; su proyecto dependía de ello.

Verlo de regreso en Lima resultó un alivio para Pedro de la Gasca, "que conocía y apreciaba sus servicios y cuya intelijencia no podía ocultársele". Le dijo que "era ejemplo para que todos lo súbditos de Su Majestad supiesen obedecer en aquella coyuntura y tiempo tan vidriados y tierra de bullicios". Más aún, manifestó tener confianza en "que lo que habían dicho de su persona eran falsedades e invidias". Le trató con especial deferencia, permitiéndole deambular libre por la capital del Virreinato mientras desarrollaba la investigación.

Mas no era sólo envidia. Como a cualquier gobernante, algunos le aborrecían. Se sentían maltratados, miserablemente despojados por Pedro de Urdemalas, al que tenían por tirano. Da clara cuenta de ello el siguiente incidente: Mientras La Gasca indagaba acerca de lo ocurrido en Chile, en octubre de 1548 llegó al Callao una fragata con algunos soldados de Chile que venían a quejarse de Valdivia personalmente ante el Virrey, "y para que no lo proveyese por gobernador porque no lo recibirían en la tierra". Uno de ellos, sin duda de aquellos defraudados con el oro, no pudo contener la furia al ver en la calle conversando a Valdivia con La Gasca: "Vuestra señoría no debe saber quién es este hombre con el que está hablando... ¡Pues sepa que es un grande ladrón y malhechor, que usó con nosotros la mayor crueldad que ha usado cristiano jamás en el mundo!", y continuó, fuera de sí, insultando a Valdivia. Éste nuevamente mantuvo la calma, si bien como es de suponer, le costó.

La Gasca parecía inclinado a permitir su partida a Chile, así que los enemigos de Valdivia, resueltos a impedirlo, redactaron apresuradamente un desordenado pliego que contenía 57 acusaciones, y se lo hicieron llegar. La letanía de denuncias fue bien resumida por Barros Arana: 1) Desobediencia a la autoridad de los delegados del Rey; 2) Tiranía y crueldad con sus subalternos; 3) Codicia insaciable; 4) Irreligiosidad y costumbres relajadas con escándalo público.

El pliego acusatorio sin embargo, tenía un grave defecto: se presentó sin firma. Hombre de Derecho, La Gasca se dió cuenta fácilmente del ardid: "Parecióme —escribió el Virrey— que se me daban tan disimuladamente [los capítulos de la acusación] que se podía sospechar que los que habían sido en darlos querían ser testigos, i por esto tomé información de los que habían sido en ellos delatores". Es decir, se preocupó de establecer bien quienes habían redactado el documento, y como todos los contrarios a Valdivia que venían en la fragata habían participado en ello, ninguno pudo declarar como testigo. Por otra parte, en aquella nave venía también Pedro de Villagra junto a otros vecinos afines a Valdivia, con cartas del Cabildo de Santiago que abogaban a su favor y solicitaban al Virrey le nombrase Gobernador. De esta manera, estos últimos, más los leales al Gobernador que le habían acompañado en su viaje al Perú, eran casi los únicos que conocían los hechos de Chile y estaban habilitados para testificar.

Por su parte, requerido por La Gasca a 30 de Octubre de 1548, Valdivia elaboró un largo escrito con su defensa. Según Barros Arana, el acusado se defendió "con la confianza y la entereza del que cree que puede justificar por completo su conducta". Finalmente el Presidente pudo establecer, en lo relativo a su principal preocupación, que la provisión real de Sancho de la Hoz le facultaba sólo para conquistar y gobernar los territorios al sur del Estrecho de Magallanes (en ese entonces se creía que luego del Estrecho un continente continuaba hacia el sur). Respecto a las otras acusaciones, pudo constatar que "eran falsas, o recaían sobre faltas de poca entidad".

En sentencia del 19 de noviembre de 1548, Valdivia fue absuelto y autorizado a volver a Chile como Gobernador, eso sí, con algunas condiciones. Entre otras, que no tomara represalias contra sus adversarios; que dentro de seis meses de su llegada a Chile, casara o enviara al Perú o a España a su amante Inés Suárez, y readjudicara las encomiendas de indios asignadas a ella; y que devolviese los caudales tomados a particulares; "e que lo que ha sacado y tomado prestado de la caja e hacienda de S.M. lo vuelva a ella, e que de aquí adelante en ninguna manera tome de la dicha caja". Aliviado, Valdivia aceptó de buena gana todo lo que se le impuso, declarando que "así lo cumplirá e tenía pensado cumplir, aunque no se le mandara".

La intensidad de aquellos días exigió también un precio. Cuando regresaba pasando por Arequipa, cerca de la navidad de aquel año, "dióme una enfermedad, decía él mismo, del cansansio y trabajos pasados, que me puso en el extremo de la vida". Apenas pudo tenerse en pié, sin embargo, el conquistador de Chile siguió adelante: "En término de ocho días y pasadas las fiestas, no bien convalecido, me partí para el valle de Tacana, de donde había salido, y pasé ocho leguas adelante al puerto de Arica".

Volvió a Chile con 200 soldados en enero de 1549 y al llegar a La Serena las dificultades continuaban. Encontró destruida la ciudad y a Juan Bohón muerto con 30 españoles más, a manos de los indígenas del Huasco. Dejó instrucciones a sus capitanes para reconstruirla y castigar a los indios, y luego siguió por mar a Valparaiso arribando en abril de 1549.

Ya en Santiago las cosas mejoraron. Fue recibido con verdadera alegría por los colonos, "como un amigo que ha venido después de mucha ausencia". Confirmó a Francisco de Villagra como teniente de Gobernador por cuanto, le dijo, "me habéis dado buena cuenta y razón de lo que os dejé encargado de parte de Su Majestad, como lo suelen y acostumbran los caballeros de vuestra profesión y calidad".

Como había perdido hombres en la matanza de La Serena, poco después reunió treinta mil pesos de oro y envió a Villagra en uno de los nuevos barcos al Perú. Debía éste enrolar cuanto soldado pudiese entre los muchos que allá, sabía Valdivia, no se sentían bien recompensados con encomiendas por sus servicios al Rey en la guerra civil. Le ordenó que su regreso por tierra lo hiciese por el lado oriental de la Cordillera de Los Andes, para que antes de cruzar al oeste dejara algunos de los reclutados allí, en una ciudad que debía fundar en ese territorio, incluído en la gobernación dada por La Gasca.

Mandó también a Francisco de Aguirre a pacificar la región de La Serena y los valles del Huasco y Copiapó. Implacable, Aguirre acorraló y ajustició brutalmente a los caciques rebeldes, que se habían refugiado en el Valle del Límarí. "Los españoles encerraban vivos a los indios, así hombres como mujeres, en ranchos de paja y, luego, les prendían fuego, haciéndolos morir por partidas de a ciento". El terror eliminó así todo peligro para la refundación definitiva de La Serena.

Entonces la mirada de Pedro de Valdivia se dirigió, nuevamente, hacia el sur. Por fin creía estar en condiciones de lanzarse a la invasión y conquista de la tierra de los mapuche, y lo que hubiese más allá.

Límites de la Gobernación de Pedro de Valdivia. El 23 de abril de 1548 el virrey del Perú Pedro de la Gasca extendió en Cuzco la cédula que le otorgaba en nombre del rey de España el título de Gobernador y Capitán General de la Nueva Extremadura. El documento establecía los siguientes límites; "Ddesde Copiapó que está en 27º de la línea equinoccial hasta la parte sur, hasta cuarenta e uno de la dicha parte, procediendo norte sur derecho por meridiano, e de ancho entrando de la mar a la tierra hueste leste cien leguas". Valdivia pidió que su territorio llegara hasta el Estrecho de Magallanes, pero La Gasca se negó. Más tarde lo solicitó a Carlos V por intermedio de su embajador Gerónimo de Alderete. El monarca accedió cuando Valdivia ya había muerto.




FUENTE:http://es.wikipedia.org


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