Don Pedro de Vadivia, Fundador de Santiago

Don Pedro de Valdivia

Pedro de Valdivia (Villanueva de la Serena,1 2 3 4 Badajoz, España, 17 de abril de 14971 — Tucapel (próximo al actual Cañete), Reino de Chile, 25 de diciembre de 1553) fue un militar y conquistador español de origen extremeño. Hijo de Pedro Oncas de Melo e Isabel Gutiérrez de Valdivia (filiación no comprobada), provenía de una familia de hidalgos con cierta tradición militar (Casa de Valdivia).5 Pedro de Valdivia es reconocido por ser el Fundador de Chile, y a su vez, de la Chilenidad, ostentando numerosos monumentos en Santiago, Capital de Chile.

En 1520 inició su carrera como soldado en la Guerra de las Comunidades de Castilla, y posteriormente militó en el ejército del emperador Carlos V, destacando su participación durante las campañas de Flandes y las Guerras Italianas, en la Batalla de Pavía y en el asalto a Roma. Contrajo matrimonio en Zalamea en 1527, con doña Marina Ortiz de Gaete, natural de Salamanca. En 1535 partió al Nuevo Mundo y no volvería a ver a su esposa.

Con el título de Teniente gobernador otorgado por Francisco Pizarro, lideró la Conquista de Chile (La Nueva Extremadura) a partir de 1540, fundando las ciudades de Santiago de Nueva Extremadura el 12 de febrero de 1541, San Bartolomé de La Serena en 1544, Concepción en 1552, La Imperial en 1551, y Valdivia en 1552. Dispuso además la fundación de las ciudades de Villarrica, y Los Confines.

La Serena, España, 1497-Tucapel, actual Chile, 1553) Conquistador y colonizador español. Militar desde muy joven, participó en las campañas de Italia antes de pasar, en 1534, a Venezuela, y desde allí a Perú. Aquí fue nombrado maestre de campo por Francisco Pizarro, a quien apoyó en sus disputas con Diego de Almagro en 1538. En este contencioso participó en la batalla de Las Salinas, tras la cual Pizarro le otorgó una encomienda en el valle de la Canela (Charcas) y una mina de plata en Porco, y le encargó la conquista de Chile.

Detalle de su proceso en Chile


Valdivia partió de Cuzco en 1540 al frente de 150 hombres y llegó a Chile, donde exploró los valles del Copiapó, el Coquimbo y el Mapocho. Aquí fundó en febrero de 1541 Santiago de la Nueva Extremadura, que le sirvió de base para la exploración y conquista del resto del territorio. Sin embargo, poco tiempo después, aprovechando una expedición punitiva de Valdivia a Cachapoal, los indígenas de Aconcagua destruyeron Santiago, que no tardó en ser reconstruida.

Prosiguió sus exploraciones y en 1544 fundó la ciudad de La Serena, en el valle de Coquimbo, para facilitar las comunicaciones con Perú. Después de solicitar sin éxito a Perú y a la corte recursos para continuar con la exploración, se presentó en Lima en 1547. Allí intervino en las guerras civiles al lado del partido del virrey y fue ratificado en su cargo de gobernador de Chile en 1549. En permanente lucha con los araucanos, se dedicó a partir de entonces a reorganizar las poblaciones destruidas por los indígenas, emprendió nuevas expediciones y fundó otras ciudades, entre ellas Concepción (1550) y Valdivia (1552).

Cuando la resistencia indígena parecía sofocada, Caupolicán y Lautaro acaudillaron una sublevación araucana. Pedro de Valdivia, sorprendido por los indios en Tucapel, murió en combate el día de Navidad de 1553.

La batalla de Tucapel - Muerte de Valdivia

Valdivia personalmente al mando salió con 50 jinetes más auxiliares desde Concepción el 23 de diciembre de 1553 en demanda del fuerte de Tucapel, donde creía ya reunidas las fuerzas de Gómez de Alvarado. Pernoctó en Labolebo, a orillas del río Lebú, y temprano en la mañana envío una patrulla de avanzada con cinco soldados a cargo de Luis de Bobadilla.

Estando ya a media jornada del fuerte de Tucapel, era muy extraño no tener noticia alguna del capitán Bobadilla. El día de navidad de 1553, se pone marcha de madrugada y al llegar a las inmediaciones de la loma de Tucapel se sorprende del silencio absoluto reinante. El fuerte estaba totalmente destruido y sin un español en las inmediaciones.



Mientras hacían campamento en las humeantes ruinas, de súbito el bosque se llenó de rugientes chivateos y golpes en el suelo. Sin más aviso, una masa bien encuadrada de indígenas se precipitó hacia la posición española. Valdivia, capitán de mil batallas, apenas pudo armar sus líneas defensivas y aguantar el primer choque. La caballería cargó sobre la retaguardia del enemigo, mas los mapuche tenían prevista esta maniobra, y dispusieron lanceros que contuvieron enérgicamente la carga. Con su habitual valor y resolución, los españoles lograron descomponer la primera carga de los indíos, que se retiraron con crecidas bajas desde la loma a los bosques. Los de Valdivia comenzaban a saborear su acostumbrada victoria.

Pero apenas bajaban las espadas cuando irrumpió desafiante un nuevo escuadrón indígena; hubo que rearmar líneas y volver a dar carga con la caballería. Los mapuche, además de los lanceros, tenían ahora hombres armados con mazas, boleadoras y lazos, con los que lograban desmontar a los desconcertados jinetes españoles, y asestar un definitivo mazazo en el cráneo cuando intentaban erguirse del suelo.

Se repitió una vez más el cuadro: al toque de un lejano cuerno el segundo escuadrón se retiró dejando algunas bajas, y un tercer contingente se presentó fresco a la batalla. Esta vez estaba detrás el arquitecto de la invencible estrategia de los batallones de refresco, Lautaro.

La situación de los castellanos era desesperada. Valdivia ante el cansancio y las bajas, reunió a los disponibles y se lanzó a la lucha encarnizada. Ya la mitad de los españoles yacían en el campo y los indios auxiliares mermaban.

En un momento del combate, viendo que se les iba la vida, Valdivia se dirige a quienes aún le rodean y les dice:

—"¿Caballeros qué hacemos?"—

El capitán Altamirano, tan valeroso como arrebatado, responde como conquistador español:

—"¡Qué quiere vuestra señoría que hagamos sino que peleemos y muramos!"—3

Pronto la batalla estaba perdida y el jefe dispuso la retirada, pero el propio Lautaro cayó por el flanco produciendo el desbande. Era justo lo que Valdivia no deseaba y los indios se dejaron caer uno a uno sobre los españoles aislados. Sólo el Gobernador y el clérigo Pozo que montaban muy buenos caballos lograron tomar camino de huida. Pero al cruzar unas ciénagas, los caballos se empantanaron y fueron capturados por los indios.

Según algunos historiadores, en un acto de justicia por las mutilaciones y masacre a los indígenas que ordenó luego de la batalla de Andalién, Valdivia fue llevado al campo mapuche donde le dieron muerte después de tres días de atroces torturas, que incluyeron cercenamientos similares a las realizados por el conquistador para escarmentar a los indios en aquella batalla.[cita requerida] El martirio continuó con la amputación de sus músculos en vida, usando afiladas conchas de almeja, y comiéndolos ligeramente asados delante de sus ojos.[cita requerida] Finalmente extrajeron a carne viva su corazón para devorarlo entre los victoriosos toquis, mientras bebían chicha en su cráneo, que fue conservado como trofeo.[cita requerida] El cacique Pelantarú lo devolvió 55 años después, en 1608, junto al del gobernador Martín Óñez de Loyola , muerto en combate en 1598.

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