Emboscada y muerte del Gobernador Pedro de Valdivia

Lautaro sabía que las fuerzas bajo su mando, recién entrenadas, estaban ahora en una línea denominada "Línea interior", es decir, entre dos fuerzas, las del fuerte Purén por el sur y las de Concepción por el norte. Para ello elige neutralizar una de ellas y usa una estratagema: engaña a Gómez de Almagro en el fuerte Purén y se asegura de que sus tropas no se junten con la de Valdivia en el fuerte de Tucapel.

Lautaro captura un emisario y se entera de que Valdivia marcha hacia el sur y necesariamente tiene que pasar por Tucapel. En efecto, Valdivia a mediados de diciembre de 1553 sale de Concepción y se dirige a Quilacoya, donde toma algunos soldados en su marcha a Arauco, los espías mapuches siguen la columna desde las alturas de los cerros y no le presentan batalla, dejándole hacer su camino. Valdivia muestra extrañeza de no recibir alguna noticia del fuerte de Tucapel y que además no sea hostigado en el camino.

El día 24 del mismo mes, decide tomar rumbo a Tucapel, esperando encontrar a Gómez de Almagro en éste. La tranquilidad y los espóradicos avistamientos de indígenas a lo lejos le despiertan sospechas y envía en una avanzada a Luis de Bobadilla con cinco hombres para que exploren el camino y den información de la presencia del enemigo. No los vuelve a ver. Extrañado Valdivia de no tener más noticias de Bobadilla pernocta a media jornada del fuerte de Tucapel.

El día de Navidad de ese año, se pone temprano en marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el silencio absoluto reinante. Al arribar a la loma donde está el fuerte, lo encuentra totalmente destruido. No aparecían ni Gómez de Almagro ni Bobadilla por ningún lado. Valdivia aun así decide seguir y hacer campamento en las ruinas humeantes del fuerte. Cuando ya avanzaban los preparativos, de súbito el bosque se llenó de chivateos y sin más aviso una masa se precipitó hacia el enclave español.

Valdivia, experto militar, apenas pudo armar sus líneas defensivas y aguantar el primer choque, mientras la caballería cargaba sobre la retaguardia del enemigo. Los mapuches, previendo esta maniobra, habían dispuesto lanceros y contuvieron la carga. Con mucho valor y resolución los españoles lograron descomponer la carga mapuche, que volviéndose a los bosques se retiraron de la loma. Los españoles saborearon la victoria. Pero cual sería su sorpresa cuando apareció un nuevo escuadrón indígena presentándose al combate y de nuevo hubo que armar líneas y nuevamente dar carga con la caballería.

Los mapuches además de los lanceros llevaban hombres cargando mazas, boleadoras y lazos con los que lograban desmontar al jinete y asestarle un definitivo mazazo en la cabeza una vez en el suelo. Se repitió la misma escena, y al toque de un lejano cuerno el escuadrón se retiró, no sin dejar algunas bajas y un tercer escuadrón se presentó a la batalla; esta vez Lautaro estaba detrás. Valdivia, viendo desesperada la situación, dado el cansancio y las bajas, reunió a los hombres disponibles y se lanzó a la lucha que adquirió ribetes muy encarnizados: ya la mitad de los españoles yacían en el campo y los indios auxiliares mermaban.

Emboscada y muerte del conquistador de Chile

Extrañado Valdivia de no tener más noticias de Bobadilla pernocta a media jornada del fuerte de Tucapel. El 25 de diciembre de 1553, se pone temprano en marcha y al llegar a las inmediaciones le extraña el absoluto silencio reinante; al llegar a la loma donde está el fuerte, lo encuentra totalmente destruido.

No aparecía ni Gómez de Almagro ni Bobadilla por ningún lado. Decide hacer campamento en las ruinas humeantes del fuerte y cuando ya avanzaban los preparativos, de súbito el bosque se llenó de gritos y sin más aviso, una masa se precipitó hacia el enclave español. Valdivia, experto militar, apenas pudo armó sus líneas defensivas, dividiendo sus fuerzas en 3 cuadrillas de 20 soldados cada una, y aguantó el primer choque, mientras la caballería cargaba sobre la retaguardia del enemigo, los mapuches ya previstos de esta maniobra dispusieron lanceros y contuvieron la carga.

Con mucho valor y resolución los españoles lograron descomponer las primeras cargas mapuches. Los indígenas, volviéndose a los bosques, se retiraron de la loma por una ladera escarpada que impedía la persecución a caballo.

Los españoles saborearon la victoria. Luego recibieron otra sorpresa, cuando apareció un nuevo escuadrón indígena presentando batalla y de nuevo hubo que armar líneas y nuevamente dar carga con la caballería.

Los mapuches además de lanceros, llevaban hombres cargando mazas, boleadoras y lazos, con los que lograban desmontar a los infortunados españoles y asestarles un definitivo mazazo en la cabeza una vez en el suelo. Se repitió la misma escena, al toque de un lejano cuerno el escuadrón se retiró, no sin dejar algunas bajas, y un tercer escuadrón presentó batalla, esta vez Lautaro, le relevó.

Valdivia , como militar experimentado, vio lo desesperado de su situación, dado el cansancio y las bajas, reunió a los disponibles y se lanzó a la lucha que adquirió ribetes muy encarnizados; ya la mitad de los españoles yacían en el campo y los indios auxiliares mermaban.

En un momento de la lucha, Valdivia se dirige a quienes aun le rodean y les dice: "¿Caballeros que haremos?". El capitán Altamirano responde: "¡Que quiere vuesa merced que hagamos si no que peleemos y muramos!".

Valdivia al ver perdida la batalla, dispusó la retirada, pero el propio Lautaro cayó por el flanco produciendo el desbande. Era justo lo que Valdivia no deseaba y los indios se dejaron caer sobre cada uno de los españoles retrasados. Sólo Valdivia y el clérigo Bartolomé del Pozo7 que montaban muy buenos caballos, lograron zafarse de ser capturados. Sin embargo, al cruzar unas ciénagas, los caballos se empantanaron y los indios los capturaron.

Los Detalles:

En un momento de la lucha, Valdivia se dirige a quienes aún le rodean y les dice: "¿Caballeros qué haremos?". El capitán Altamirano responde: "¡Qué quiere vuestra señoría que hagamos si no que peleemos y muramos!". Valdivia, al ver perdida la batalla, dispuso la retirada pero el propio Lautaro cayó por el flanco produciendo el desbande. Era justo lo que Valdivia no deseaba y los indios se dejaron caer uno a uno sobre los españoles aislados. Sólo Valdivia y el clérigo Pozo, que montaban muy buenos caballos, lograron tomar camino de huida. Pero al cruzar unas ciénagas, los caballos se empantanaron y los indios les capturaron.

Se dice que durante su juicio ante los Lonkos, después de ser capturado en la batalla de Tucapel, un Cacique llamado Leucotón fue quien le dio muerte, propinándole un fuerte mazazo en la nuca, aunque es poco probable que este haya sido el fin del conquistador español ya que su cráneo fue usado como trofeo por más de 50 años.

Según otras versiones, Valdivia fue llevado al campo mapuche donde le dieron muerte después de tres días de atroces torturas. Primero le echaron tierra mezclada con polvo de oro en la boca y lo baquetearon como a un arcabuz, para que se hartara de aquello que con tanta inmisericordia buscaban los llegados desde allende los mares; después, en un acto de justicia por las mutilaciones y masacre a los indígenas que ordenó luego de la Batalla de Andalién, le hicieron cercenamientos similares a los realizados por el conquistador para escarmentar a los indios en aquella batalla. El martirio continuó con la amputación de sus músculos en vida, usando afiladas conchas de almeja, y comiéndolos ligeramente asados delante de sus ojos. Finalmente extrajeron a carne viva su corazón para devorarlo entre los victoriosos toquis, mientras bebían chicha en su cráneo, que fue conservado como trofeo, actualmente estudios descartan este relato por ser parte de la típica acusación de canibalismo que hacen los europeos a culturas que desean conquistar.

El vencedor araucano arrasó luego sistemáticamente las ciudades españolas. Por dos veces saqueó e incendió Concepción, centro de los asentamientos españoles en el sur de Chile.

La muerte de Valdivia
Existen varias versiones y mitos sobre la muere que sufrió Valdivia. Según Jerónimo de Vivar, el toqui Caupolicán pidió personalmente la ejecución de Valdivia, que fue muerto con una lanza y su cabeza puesta en una lanza exhibiéndola a los otros españoles.8 Alonso de Góngora Marmolejo escribe que Valdivia ofreciendo como rescate por su vida, prometió que evacuaría los establecimientos españoles en sus tierras y les daría grandes manadas de animales, pero según la versión de Gongora Marmolejo, "esto fue rechazado y los mapuches cortaron sus antebrazos, asaron y comieron delante de él antes asesinarlos a él y al sacerdote".9 Pedro Mariño de Lobera también escribió que Valdivia ofreció evacuar las tierras mapuches10 pero poco después de que fue muerto por un guerrero vengativo llamado Leucotón11 con un gran mazazo en su cabeza, tras decir que Valdivia no mantendría su palabra una vez libre. Los historiadores dicen que Leucotón fue nominado para cumplir con la sentencia de muerte y se usó esta porque era la menos sanguinaria, ya que Leucotón era un experto mazero y mataba limpiamente de un solo golpe.12 Lobera también dice circuló una historia en esos días por Chile en la que Valdivia fue muerto dándole a beber el oro fundido que los españoles deseaban tanto; quemando sus interiores.

Una leyenda posterior dice Lautaro llevó al campo mapuche a Valdivia y le dio muerte después de tres días de atroces torturas, extrayéndole a carne viva el corazón y comiéndoselo junto a los toquis.14 Su cráneo fue extraído y sirvió como trofeo al ser usado como vasija contenedora de chicha,15 16 entre los principales toquis; fue devuelto medio siglo más tarde junto al de Martín Óñez de Loyola a los españoles como prueba de pacificación por el cacique Pelantarú.

“El cráneo seccionado de Pedro de Valdivia, gobernador de Chile, convertido en vaso para la chicha, era el más preciado trofeo que en sus fiestas mostraban los araucanos.
El infortunado conquistador había sido herido en batalla y luego apresado. Primero le echaron tierra mezclada con polvo de oro en la boca y lo baquetearon como a un arcabuz, para que se hartara de aquello que con tanta inmisericordia buscaban los llegados desde allende los mares. Luego se lo fueron comiendo de a bocados, minuciosamente, manteniéndolo vivo durante tres días.


Consecuencias

autaro arrasó sistemáticamente las ciudades españolas (Concepción, Angol). Provocó el abandono de los fuertes y el despoblamiento de la zona de Concepción. Dos veces saqueó e incendió Concepción, centro de los asentamientos españoles en el sur de Chile.

Tucapel fue el fin del mito invencibilidad española en campo abierto. Los mapuches experimentaron y aprendieron unas táctica que les permitirá mantener la guerra por un siglo más: uso de guerrillas y emboscadas, concentrarse aprovechando líneas interiores y ganar gracias a la combinación de armas. Se percataron de la debilidad de la caballería española en zonas pantanosas y de bosques densos. Descubrieron el cansancio que afectaba a los españoles cuando la batalla se prolongaba por demasiado tiempo dado que el uso de armaduras que dificultaba movimientos y les agotaba físicamente. Las soluciones de Lautaro al tipo de guerra que planteaban los españoles han sido estudiadas por academias militares

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